Terror en par de líneas
Cuentos súper cortos (primera parte)
Esta es una pequeña colección, una recopilación de historias súper cortas, que capturan la esencia del horror y el misterio en algunas líneas |
Escuché sus gritos desesperados, “papi, papi”, gritaba aterrada como cuando tenía una pesadilla. Corrí hasta su habitación, y tras descubrirla vacía recordé que ella había muerto hace tres meses.
Tocó la puerta de madera en reiteradas ocasiones. Me acerqué a la puerta y tras colocar el oído contra ella escuché su voz dulcemente decir “déjame salir”. Ya el ataúd estaba cerrado, no entendía que ya no podía salir.
Regresando de mi trabajo me encontré con un concierto de lamentaciones que provenían de detrás de un gran paredón. Gritos, sollozos, desgarradoras lamentaciones que me hacían erizar el vello de mis manos. Miré tras el paredón y allí sólo estaban las tumbas solitarias del cementerio municipal.
Lo vi descender nuevamente a la cripta. Traía en su mano izquierda una lámpara de aceite para alumbrar su camino, y en su mano derecha el crucifijo que jamás separaba de su cuerpo, cerró la puerta tras de si y volvió a dormir. Sólo espero que nadie más lo halla visto, las demás personas no entienden que hasta los muertos algunas veces se sienten solos.
“Chris”, me llamaba él mientras me seguía. “Chris soy yo porque no volteas”, su voz era suave, un espeluznante susurro que penetraba en cada poro de mi piel y me hacía temblar. Voltee a verlo, descubriendo sus ojos felinos brillando entre la oscuridad. Salí del callejón y la luz bendita de la luna iluminó mi camino. El gato negro saltó por un entramado de cajas directo a lo más alto del edificio, y antes de perderse en la oscuridad dijo “nos volveremos a ver Chris”
Escuché a mi niña llamarme aterrada en su habitación. Acudí a su llamado y la encontré temblando arropada sobre la cama, me dijo “papi hay un moustro bajo la cama”, miré bajo de esta y encontré a mi hija temblando de miedo y me dijo “papi hay un moustro sobre la cama”
Era la medianoche cuando recibí su llamada, extrañado atendí de inmediato, hacía mucho tiempo que no recibía una llamada de mi madre, pero porque precisamente ahora, “no fue un accidente”, me dijo, era su inconfundible voz, aun pude ver el teléfono brillar en sus manos cuando me acerqué al ataúd.
Mi teléfono sonaba, una llamada de un número desconocido. Atendí de inmediato, y escuché esa tenebrosa voz decir, tu abuela acaba de morir, voltee a verla y la encontré agonizando entre un ataque epiléptico.