La aparición de la calle San Francisco
Esto no es una simple historia, una leyenda urbana, es más una experiencia personal, me ocurrió hace más de 1 año y creo que es el momento preciso para compartirlo con todos mis amigos. |
Recuerdo que fue un 25 de julio, llevaba más de 2 meses sin trabajo y regresaba de una entrevista laboral para un cargo que pensé ideal para mí, ya que mi preparación profesional y experiencia así lo presumían, pero al final el cargo se lo quedó otra persona poco calificada pero que era familiar de un director de recursos humanos de dicha empresa, en fin, una fuerte tormenta se desató ese día, con toda seguridad puedo decir que ese fue uno los peores días para mí que logro recordar, esto hizo que el colectivo se retrasara por casi 3 horas, finalmente arribaba a casa cerca de las 10 de la noche. Me bajé en la parada y empecé a caminar, desde que me mude a Buenos Aires era la primera vez que pasaba por esa calle tan tarde en la noche, la misma estaba parcialmente a oscuras porque dos faros del alumbrado público alumbraban deficientemente, la calle estaba totalmente solitaria, y pocos carros pasaban a esa hora, para llegar a la residencia donde alquilaba una pequeña habitación tenía que pasar por el callejón “San Francisco”, así lo hice y tan pronto doblé en la esquina una sombra oscura al final del callejón me sorprendió, era una mujer joven parada allí, parecía perdida, miraba a todos lados como buscando a alguien. Seguí caminando sin más, la chica en cuestión no era nada extraña a pesar de cómo iba vestida, un vestido blanco largo que de lejos se veía de tela muy fina y elegante, era además una chica muy linda, rubia de cabellos enroscados que caían como una cascada de hilos de oro hasta sus hombros, mientras su rostro perfectamente asimétrico evocaban una inocencia atractiva.
Poco a poco me acerqué a la chica, pasé a su lado y me quedó mirando mientras yo pasaba a su lado, entonces escuché sus pasos tras de mí, siguiéndome de cerca, entonces entre susurros pronuncio unas palabras inentendibles. Voltee y me paré frente a ella, le pregunté que le pasaba, y volvió a pronunciar esas palabras suavemente con su voz dulce las cuales nuevamente no pudo entender, le dije que no lograba escucharla, y ella sólo seguía pronunciando aquellas palabras, que luego de haberla repetido en cinco o seis ocasiones, supe que la razón por la que no la entendía era porque estaba hablando en otro idioma.
Le traté de explicar que no lograba entender lo que decía, pero la chica pareció enojada, empezó a gritar, su rostro se transfiguró totalmente, las manos le temblaban, y gritaba enloquecida como profiriendo insultos aunque no lograba entenderle nada de lo que decía. La chica se me encimaba, se agitaba y halaba sus cabellos con desesperación, y cada intento de mi parte por tratar de calmarla eran infructuosos, y causaban en ella el efecto contrario. Algo muy extraño sucedió entonces, traté de calmarla tratando de colocar mis manos sobre las suyas, entonces ella se apartó, dejo de gritar, enterró su mirada en el suelo, dejando caer su cabello sobre su rostro y luego alzó su mirada enfurecida y profirió un desgarrador y ensordecedor grito que resonó en toda la calle, se me hizo extraño que nadie lo hubiera escuchado como constaté al día siguiente, porque en ese momento sólo salí corriendo lo más rápido que pude, mirando de a ratos hacia atrás para darme cuenta que la chica me seguía, con esa mirada, esa expresión en su rostro, turbada en un rabia insensata que me causaba un absoluto terror.
Llegué a mi habitación y me encerré en ella. Un minuto después escuché como tocaban la puerta, y nuevamente escuché la voz de la chica, la voz de antes suave y dulce pronunciar aquellas palabras de aquel idioma desconocido para mí. La chica permaneció en mi puerta tocando y pronunciando aquellas palabras durante toda la noche, no me atreví ni a mirar por debajo de la puerta, y cada intento de dormir de mi parte, era interrumpido por horribles pesadillas donde esa chica era protagonista, finalmente mi indeseada visitante de esa noche se marchó bien se acercaba el amanecer.
Una semana después, caminando nuevamente en la noche por la calle San Francisco me recordé de la chica, pasé muy aterrado, pero esta vez la tranquilidad reinó en mi camino, pero recordé claramente las palabras que aquella chica pronunciaba, creí que lo decía en alemán, así que al día siguiente fui hasta un buen amigo que hice, que además es profesor de idiomas para averiguar qué era lo que decía la chica, después de echarle todo el cuento, y de tratar de decirle las palabras que aquella chica desconocida decía, las cuales sonaban más o menos así “ubi est corpus meum”, este me confirmó que no era alemán lo que hablaba la chica, sino latín y que lo que decía era lo siguiente “¿dónde está mi cuerpo?”
Nunca más volví a ver a la chica, hoy estoy seguro que ella sólo buscaba ayuda, si la volviera a ver trataría por todos los medios de ayudarla, porque estoy seguro que la chica sólo era un espíritu perdido que buscaba descanso. Sólo espero que alguien más la haya ayudado y por fin su espíritu haya encontrado paz.