Visita guiada a lo más profundo del infierno
Las repercusiones de este error son gravísimas, y las maneras de romper el contrato no existen, es inútil tratar de escapar, condenado estoy ahora. Mi miserable vida se ha vuelto aun más miserable, conturbado pienso ahora en las muchas cosas lindas que pasaron en mi vida, que no valoré y ahora perdí para siempre, en las muchas maneras que tuve para salir de mi ruina pero la ruindad de mi alma no me lo permitía, desde la primera vez que lo probé estuve condenado.
Dulce al principio, me envicie, me regocijé en la liviandad más nociva, mi alma se podría por dentro, y aunque podía percibir el olor pútrido que emanaba desde mis adentros, sólo hasta que estuve consumido, sólo hasta haber caído en la bajeza más asquerosa, de haberme corrompido con la vileza mas terrible del mundo, sólo hasta que ese dulzor se volvió amargo, fue entonces cuando quise escapar, pero ya no había maneras, caí en lo más profundo arropado por la más salvaje villanía, ya estaba condenado.
Sólo un minuto tengo, para recordar y despedirme. Quiero que estos recuerdos sean lindos recuerdos para llevarlos en mi mente, para cuando me toque enfrentar la tortura recordarlos y apaciguar el dolor con ellos. Pero esos recuerdos no pueden ser de ninguna forma lindos recuerdos, por que los fantasmas de mi pasado hacen que sólo recuerde la parte mala de mi existir, espero que si hubo en algún momento una parte buena de mi, ellos lo recuerden, sólo eso me trae un leve consuelo ahora.
Mis últimos recuerdos me atormentan, “Nooooo”, grito, ya no podré nunca llevarlo a pescar como tanto se lo prometí, le he fallado nuevamente, adiós Marcos. Ya no podré verla crecer para cuidar sus pasos, otra vez la he abandonado, adiós mi chiquita, adiós Karen. Ya no podré resarcir mis errores y demostrarle lo que tantas veces le repetí, aun te amo, adiós Sara.
Sonriendo maliciosamente él me espera en la puerta, “no soy yo quien te ha pervertido, y te ha arrojado a la desgracia”, me dice, y lo que más me duele es que, él tiene razón, el único culpable de mi situación soy yo. Él se vuelve a sonreír, sus ojos se iluminan, ha coleccionado un alma más, ahora sellamos el pacto con sangre, con el que me he ganado, una visita guiada a lo más profundo del infierno… y sin boleto de retorno.
Fin.
Sólo bebe sangre, porque es dulce
No escucha, no vive, no siente nada
No come carne después de probar su propia piel
No habla, ni odia, ni ama
Ella sólo observa.
Descubre junto a nosotros
El Secreto de Ariasu